Estreno en España
Amine es exiliado dos veces, de su tierra y de su trabajo. Desplazado de su Haifa natal, busca refugio en Beirut y, de nuevo, en la isla de Zirku. La película narra la historia de la resistencia palestina cuando, en 1936, los trabajadores petroleros de Haifa volaron un oleoducto de BP.
Amine era un niño cuando la nakba lo expulsó de Haifa junto a su familia. Refugiado en Beirut, tuvo que desplazarse de nuevo por trabajo, a la isla de Zirku, en el Golfo Pérsico. Perteneciente a los Emiratos Árabes Unidos, el acceso a la isla está vedado a todo visitante que no sea empleado de la empresa petrolera cuya refinería funciona en ese espacio, antes hogar de pájaros y plantas. Amine narra fragmentos de sus años vividos entre hombres y combustible fósil —a la isla no ingresan niños ni mujeres—, recuerda su trabajo y las formas en que este lo une a sus antepasados. Tanto Haifa como Zirku son inaccesibles para Razan Al Salah, mujer y palestina, que tiene que encontrar maneras de reconstruir la imagen de estos espacios a través de imágenes ajenas que van desde decenas de comentarios de Google Maps hasta vídeos de conservación de aves, pasando por instructivos de seguridad en el trabajo. En la búsqueda de materiales para pensar los espacios en los que vivió Amine aparece una foto que forma un triángulo entre sus tres hogares: el gasoducto de Haifa, construido por British Petrol durante los años de colonización británica en Palestina, mantenido hasta 1948. Mientras escuchamos sobre la desolación del trabajo petrolero en esa isla aislada y lejana de Amine, las raíces de un árbol familiar se revelan en ese gasoducto: sus antepasados, como tantos otros luchadores por la liberación de palestina, explotaron el gasoducto varias veces. Tantas que dejó de utilizarse una vez iniciada la colonización sionista, y tuvo que continuar vía Tripoli. La película combina imágenes que bordean Haifa sin tocarla del todo y un recorrido con Amine por las calles de Beirut, esa ciudad que le dio un segundo hogar y que pareció compartir tantas veces destino con su Haifa Natal, el asedio colonial del Estado de Israel. Lo que escuchamos es también un montaje de presencias diferentes: comentarios sobre la isla de Zirku recopilados en internet —algunos parecen escritos por máquinas u hombres enajenados—, poemas, comentarios de Amine, pedazos de historia Palestina. Todo se mezcla para construir un texto que se reconfigura en pantalla, mezclados en una especie de glitch que recorre la historia no solo de un pueblo y una región, sino de quienes, en todo el mundo, vieron siempre a la lucha palestina como un faro.
Lucía Salas